lundi 30 août 2010

L'article du Comercio sur les marins canadiens.


Viernes 27 de agosto de 2010 - 07:06 - Cesar Zaria Gomi

Solidarios: marinos canadienses hicieron obra social en albergue de Cieneguilla
Cuarenta norteamericanos tuvieron la tarea de mejorar los ambientes del Centro de Integración de Menores con Amor, que cuenta con 98 niños y adolescentes abandonados

El sol que cae a mediodía entre los cerros de Cieneguilla hace sudar más de la cuenta a los 40 marinos canadienses, entre hombres y mujeres, que llegaron hace dos días al puerto del Callao a bordo del navío Algonquin. Como parte de su entrenamiento, ellos ofrecen realizar obras sociales en cada país al que llegan.

En Lima, la elegida por la tripulación para brindarle su apoyo voluntario fue la casa-hogar del Centro de Integración de Menores con Amor (Cima), ubicada en Cieneguilla, fundada por el ciudadano canadiense Jean Louis Lebel y que cuenta con 98 niños y adolescentes en condición de abandono.
Lejos de aguas internacionales, cada uno de estos marinos intenta dar su mayor esfuerzo en los trabajos que les fueron asignados: levantar un muro de contención con piedras y arena fina, limpiar de maleza y raíces la chacra, y pintar distintos ambientes del albergue.

DISFRUTARON DE LA COMIDA PERUANA
Los impecables uniformes con los que llegaron terminaron impresentables. Colorados y exhaustos, los marineros compartieron al final de la jornada una olla de carapulca con los niños y adolescentes que los miraban como si se tratasen de estrellas de cine.
Tal como explica Angus Topshee, comandante del navío Algonquin, la principal motivación que los empuja a realizar este tipo de acciones es la satisfacción de estar haciendo lo correcto y alegrar un poco a las personas que lo necesitan.
Y, al parecer, lo han logrado. Los niños y adolescentes, que en su mayoría han sido sacados de la calle para ser educados y reinsertados en la sociedad, corren felices detrás de las pelotas de fútbol que la tripulación donó.

MUCHOS VOLUNTARIOS EXTRANJEROS Y POCOS PERUANOS
Para Jean Louis Lebel, fundador de la casa-hogar Cima, este es un esfuerzo que los niños agradecen profundamente. “Ellos necesitan sentir que son reconocidos y apoyados”, explica. Sin embargo, Lebel hace una reflexión válida: “En la casa recibimos a muchos voluntarios extranjeros, pero muy pocos peruanos. Parece que han perdido su conciencia social”.
Empolvados hasta los dientes, con la barriga llena y la satisfacción de haber cumplido su labor, los 40 marinos anónimos se despiden y reciben un fuerte aplauso que demuestra el agradecimiento sincero de los niños del hogar.

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